Siempre a tu lado, la serigrafía.
La serigrafía, la técnica de impresión que amas o que odias.
Hacer serigrafía es todo un proceso que, si no sigues la práctica al empezar... Te hará llorar. ¡Es genial ya cuando le agarras maña y te gusta!, porque sus aplicaciones son inmensas. Puedes imprimir sobre varios soportes como madera, metal, tela, papel, plástico, etc... Todo soporte que sea liso al tacto, porque si está poroso o filoso, no se podrá utilizar "la pantalla" que se utiliza para reproducir las impresiones.
La magia de esta técnica está en lo que vayas a querer imprimir, porque dependiendo de esto, deberás elegir las tintas adecuadas. La tinta es más densa y espesa que la de offset o que la de grabado, ya que algunas secan por medio de oxidación y otras con aplicación de calor. Además que se impregna más al sustrato y eso hace que tenga una durabilidad muy buena, claro, si la aplicas y la secas correctamente.
Lo malo de la "seri" es que si no tiene un correcto raseado o un revelado, corre el riesgo de que los bordes del diseño se vean con "manchitas", porque la serigrafía es más adecuada para imprimir imágenes con diseños más planos y sin tanto detalle.
Serigrafía aplicada sobre manta para elaborar "plushies"
Si se pueden imprimir imágenes con acabado fotográfico, pero eso se hace con un proceso de impresión en cuatricromía, dónde se tiene que imprimir todos los puntitos (trama) que conforman los ángulos del color que corresponde a la fotografía. (cmyk).
Para que la impresión en serigrafía sea costeable, tienes que imprimir también en cantidades de tiraje medio, ya que una sola impresión te saldría - un ojo de la cara-. Por el proceso de emulsionado, revelado, registro, pruebas, etc... Y entre más colores (tintas) tenga tu diseño, más trabajo y costo tendrá al final.
Cosas en las que puedes aplicar serigrafía: playeras, souvenirs, libretas, señalizaciones, muebles, ¡demasiadas cosas!. La buena serigrafía te garantizará que estará ahí plasmada ¡por años!.
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